Mshal Hamargalit
Parábola de la Perla
Ubicación: Mat.: 13:45 (Ev.Tom. 76)
El Mashal del día de hoy, pertenece al grupo dual de los contenidos a su vez en lo que se llaman colecciones de parábolas presentes en ciertos pasajes del evangelio.
Algunos han dicho que no corresponde al contexto directo en donde se encuentra, en este caso, frente al mar (Cf.13:1), pero no se ha podido demostrar suficientemente tal observación. (Así J.Jeremías).
Podemos recordar que a pesar de que muchos relatos como este, enlazan la comparación del reino aparentemente con lo que sigue al “se parece a…” ó “es como…”, no obstante su clímax ó punto principal se halla frecuentemente distante de estos enunciados ó fórmulas.
Así mismo, se puede advertir que este Mashal (ó parábola), enfatiza como otras, la necesidad de “buscar las cosas de arriba, donde está Cristo”. Para comenzar nuestro sencillo análisis, veamos Sal. 137:6
“…Si no colocare a Yerushaláyim por encima de la cabeza de mi alegría”
Sabiendo que Yerushaláyim es metáfora del reino de los cielos, esto es de Dios; por esto dijo también David:
Sal.119:162.
“Emocionado estoy por tu palabra como el encuentra un botín abundante”
Y añade en otro lugar. Sal. 119:127
“Por eso amé tus ordenanzas más que el oro y del fino”
Y también: Sal. 119:72:
“Mejor es para mí la Toráh de tu boca que miles (de piezas) de oro y plata”
Con esto en mente hablaremos de la perla. Leamos la parábola:
Lectura:
“Además, parecido es el reino de los cielos, a…
Un hombre de comercio, buscador de buenas perlas, encontrando una perla de gran valor, sale, vende todo lo que tiene y la compró.”
El reino de los cielos (Maljut Hashamáyim): Sinónimo de “El reino de Dios”. Recordemos que se llamó así a la era mesiánica (yemot Hamashíaj), a la venida del Mesías, que para nosotros, ya es la primera, restando por consiguiente Ha’olam Habá’ ó el mundo venidero, el cual traerá Jesucristo en su segunda venida
“…es Parecido a…” La comparación sin embargo como se había advertido arriba, no es con el hombre de comercio, sino con la perla, la cual causa el efecto de renuncia a todo lo demás.
“Un hombre de comercio” Los comerciantes de la época eran mayormente los siro-fenicios adiestrados en el mar y habilidosos cambistas y más cuando se trataba de cosas exóticas; gentiles por definición además de ejercer una profesión deshonrosa para la época. Inclusive, en el talmud, se afirma que una palabra intercambiable por Comerciante era justamente el vocablo hebreo Kna’ani: (Cf. Os 12:7 Is. 23:8 bQid 75ª; en todos estos pasajes se ha traducido por “Mercader” ó “comerciante”). Kna’ani es literalmente “Cananeo”, que a la sazón, no era otra cosa que Siro-fenicio1. Dentro de su oficio, los comerciantes, solían llevar muchas cosas para cambiar, siempre buscando ganar en cada transacción.
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1como la mujer que rogaba la piedad de Jesús y a quien este se refiere como “perros” conociendo obviamente lo que iba a suceder, su semejante demostración de fidelidad y apego al salvador.
“Buenas perlas” Una buena perla se caracteriza aún hoy día por su dureza, su tamaño y su brillo-color. En ‘eretz Yisra’el, (tierra de Yisra’el), las perlas eran desconocidas a tal punto que la palabra se tuvo que prestar del griego ó del persa. (Gr. Margariteis Heb. Margalit, Pers. Gauhar). Estas provenían de Egipto, el golfo Pérsico y la India. El viaje era lo que añadía valor agregado. Se dice de Cleopatra, (reina de Egipto, hasta el 30 A.P.V.M) que llegó a poseer una perla avaluada en 100 millones de sestercios, unos 170.000.000 de pesos. Por ello, era un eminente objeto de valor, muy costoso. (Cf. 1Tim. 2.9).
Dada esta característica, las palabras sabias de una persona, se consideraban y llamaban “Perlas”. El Talmud de Babilonia Qidushin (cosas santas) 39b dice:
פה שהפיק מרגליות ילחך עפר
Peh Shehipiq margaliyot, yelajéj ‘afar?
¿La boca que bota perlas, lamerá el polvo?
En este sentido y valga la digresión, podemos ver este elemento presente en Mateo 7:6 con ese interesantísimo juego de palabas que nos enseña Yehoshua’ Nuestro Maestro: (retro traducción al hebreo por Eric Rodríguez):
‘Al titnu qodashim laqerashim,
No deis las cosas santas a las bestias
Umargeliyoteyjem ‘al timserun lajazirim
Y vuestras perlas no entreguéis a los cerdos
Shema’ lo yirmesun bemargeloteyhem
No sea que las pisoteen con sus pies
Uvjaziratam ya’asu ‘etjem qeratzim
Y al volverse hagan de ustedes pedazos
Luego, si una palabra sabia es una perla, ¿cuál será esa palabra que sobre pase a todas las demás?
Ahora bien, por otra parte, según Apoc. 21:21, las puertas de Yerushalayim Ha’elyonah (La Jerusalem Celestial), son doce perlas:
21:21 Las doce puertas eran doce perlas;
En el Talmud de Babilonia (Tratado Babá Batrá’ “La última Puerta” 75 a), también encontramos un relato muy parecido:
כי הא דיתיב רבי יוחנן וקא דריש עתיד הקב"ה להביא אבנים טובות ומרגליות שהם שלשים על שלשים וחוקק בהן עשר על עשרים ומעמידן בשערי ירושלים
“…Pues he aquí Rabí Yojanan se sentó (indica que acabó con una discusión o duda) y así explico (sobre Is 54:12): “En el futuro, el Santo, Bendito Él, traerá piedras preciosas y perlas gigantes que serán de 30 x30 (codos) y hará en ellas una perforación de 20 (codos) de alto por 10 (codos) de ancho y las levantará en las Yerushaláyim” (Traducción por Eric Rodríguez con notas aclaratorias).
Dejando este paréntesis, continuemos con el relato literal de la parábola: El Maestro se sirve de la experiencia que vive una persona común y corriente quien al hallar aquello que satisface su necesidad de autorrealización si podemos llamarlo así, (digamos de corte artístico ó lírico en el caso del comerciante), abandona todo lo que había ganado y sin anhelar más que su perla, hace lo pertinente para adquirirla. Lo demás es incomparable.
Aplicaciones:
Ahora bien, podríamos enlazar este comportamiento o actitud con las leyes de la Jerusalem Celestial: Apoc. 21:27:
21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda,
Esto de inmundo, abominable y mentiroso, es correspondencia con las cargas del mercader esto es nosotros. Aquí, vale pena recordar que El mundo venidero, se conoce como “El día que todo él, es Shabat”, de manera que como las leyes de las puertas en la Ciudad terrenal prohibían el comercio y la profanación del Shabat, (Cf. Neh. 13:18 b -20) así, en el mundo venidero, las obras de Bliyá’al (Belial)ó el tráfico de las cosas profanas, no tienen parte con el Mesías, la Toráh viviente, la gran perla, el Juez de los siglos. Por eso nuestros pies están firmes en él, la puerta, la palabra más valiosa sobre todas las demás, como está escrito: Nuestros pies estarán firmes en tus puertas oh Yerushaláyim (Sal 122) ¡Amén!
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