בר אנשא Bar-‘enasha’
Ό ύιος του ανθρωπου Ηo Ηyιós tû anthopû
El
hijo del hombre.
Esta
curiosa expresión usada por su divina Majestad Yehoshúa’ Hamashíaj con artículo
definido 28 veces en el Evangelio según Mateo, 10 en Marcos, 23 en Lucas y 9 en Juan, es sin duda alguna una de las
más llamativas e intrigantes del Evangelio.
¿Por
qué lo usó? ¿Tenía algún significado específico? ¿Alguien más lo usó? Son
preguntas que se plantean para analizar a profundidad dicha expresión.
Pues
bien, lo primero que hay que anotar, es que una expresión SEMEJANTE pero NO
IGUAL, fue empleada ya en el texto del primer pacto, a partir del Libro de
Números 23:19:
לֹא אִישׁ אֵל וִיכַזֵּב וּבֶן-אָדָם וְיִתְנֶחָם
Dios
no es varón, y no faltará; no es hijo de ‘Adam, y no se consolará a sí mismo.
En
esta primera ocasión, el paralelismo sintético (una especie de sinónimo) entre
“varón” e “hijo de ‘Adam” deja claro que se está refiriendo a lo que está
consignado en la carta a los Romanos cap. 5:12:
Por
tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre (‘Adam), y por el pecado
la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron,
de modo que “varón” e “hijo de ‘Adam” son mortales, pecadores, todo lo
contrario a Dios; del mismo modo, el libro de Job, cap 25:3, corrobora lo
dicho:
אַף כִּי-אֱנוֹשׁ רִמָּה
וּבֶן-אָדָם תּוֹלֵעָה
.
Es
más, que un hombre es un gusano, y un hijo de ‘Adam, una lombriz.
En
este segundo texto, tenemos un nuevo paralelismo sintético hombre-hijo de ‘Adam
y su comparación es con la de un gusano o lombriz, un animal rastrero y de poca
monta, que nada se aproxima a Dios y su altísima y gloriosa majestad.
Seguidamente,
el Salmo 146:3 repite:
אַל-תִּבְטְחוּ בִנְדִיבִים בְּבֶן-אָדָם שֶׁאֵין לוֹ תְשׁוּעָה
No
confíen en príncipes, en ningún hijo de ‘Adam, porque no tiene salvación
Con
este verso, una vez más se está
señalando que por muy noble, poderoso o encumbrado que sea, un hijo, un
descendiente de ‘Adam, está desprovisto de la capacidad de salvarse a sí mismo
y mucho más de salvar a alguien más.
Para
cerrar este primer bloque explicativo, nada más diciente que el profeta Isaías
51:12, quien escribió:
אָנֹכִי אָנֹכִי הוּא מְנַחֶמְכֶם מִי-אַתְּ וַתִּירְאִי מֵאֱנוֹשׁ
יָמוּת וּמִבֶּן-אָדָם חָצִיר יִנָּתֵן
Yo,
Yo soy su consolador, ¿quién eres tú para que tengas miedo un hombre, el cual
morirá, y un hijo de ‘Adam el cual será puesto como hierba?
Ya
sabemos cuál es la suerte de la hierba según el libro de los Salmos 103:15-16:
אֱנוֹשׁ, כֶּחָצִיר יָמָיו; כְּצִיץ הַשָּׂדֶה, כֵּן יָצִיץ. טז כִּי רוּחַ עָבְרָה-בּוֹ וְאֵינֶנּוּ; וְלֹא-יַכִּירֶנּוּ עוֹד מְקוֹמוֹ
En
cuanto a un hombre, sus días son como la hierba, como un filamento del campo,
así tal cual lucirá; porque el viento pasa por él y luego ya no está, y su
lugar, no lo conocerá otra vez.
Como
se puede apreciar, todo hombre, encumbrado o humilde, poderoso o débil, en
condición de hijo de ‘Adam, está lejos de salvarse a sí mismo, y de salvar a
alguien más. Sin Dios, le está reservada la más horrenda expectación de juicio
y yace sin esperanza de salvación, listo para desaparecer sin dejar rastros de
su extinción.
Este
mismo sentido, mantiene la expresión en las más de 90 veces que es empleada en
el libro del profeta Ezequiel. En todos esos versos, el varón de Dios siempre
está en calidad de “hijo de ‘Adam”, traducido como “hijo de hombre”. La
importancia y diferencia en decir “hijo de ‘Adam” se ha descrito en las líneas
anteriores por su implicación teológica y espirituales.
Ahora
bien, con la revelación otorgada al profeta Daniel, se desarrolla en tierra de
Israel un tipo de literatura simbólico-alegórica y muy teológica, expresada en
un lenguaje casi que codificado, que hasta hoy día, todavía no ha sido posible
entender a la perfección y que versa sobre “la posteridad de los días”, asunto
que comúnmente se denomina literatura apocalíptica y escatológica. No obstante,
los desarrollos e investigaciones lingüísticas a través de los diversos
comentarios teológicos judíos, han hecho posible rescatar algunas figuras
literarias y tecnicismos empleados en estos textos.
Redactado
ampliamente en arameo, con sus porciones en hebreo, el libro de Daniel recoge en buena parte esa
sapiencia teológica recibida y desarrollada/aplicada en la antigua Babilonia.
Mucha de esa experiencia y esas reflexiones en torno al libro de Daniel y los
demás profetas así como la Toráh, quedaría plasmada más tarde en las versiones
arameas de la Biblia llamadas Targum, así como en el acervo literario contenido
en el Talmud de Babilonia y demás “publicaciones” judías del primer milenio
d.C.
Así
pues, en el capítulo 7 verso 13 del libro de Daniel, encontramos una
inquietante revelación, escrita en lengua aramea:
חָזֵה הֲוֵית בְּחֶזְוֵי לֵילְיָא וַאֲרוּ עִם-עֲנָנֵי שְׁמַיָּא
כְּבַר אֱנָשׁ אָתֵה הֲוָא וְעַד-עַתִּיק יוֹמַיָּא מְטָה וּקְדָמוֹהִי הַקְרְבוּהִי .
Viendo
estaba yo, en visiones de la noche, y he aquí, con las nubes del cielo, COMO un
hijo de hombre entrando estaba, y hasta el anciano de días llegó y delante de
él, lo acercaron.
Hijo
de hombre. ‘Enash (אנש), es la palabra aramea genérica para “hombre” equivalente a
‘ish (varón) o a ‘Enosh (אנוש) en lengua hebrea. En el texto citado arriba, yace sin
artículo, por lo que Bar-‘enash, “un hijo de varón”, hace un sentido muy
similar al hebreo Ben ‘Adam, “un hijo de ‘Adam”. Cabe dejar nota de que en el
targúm arameo, tiende a distinguir cuando ‘Adam en hebreo se usa como nombre
propio (no lo traduce), y cuando se usa como sustantivo genérico (para cual usa
‘enash).
Así
por ejemplo, en Gn 1:26, el Tagum Yonatán (YonGn) dice: נעבד אדם Na’aved ‘Adam “haremos a ‘Adam”, mientras
que el tárgum de ‘Onqlós (OnGn) dice: נעבד אנשא Na’aved ‘Enasha’ = haremos al varón (con
artículo definido), mientras que en YonGn. 2:5 dice: ve’enash leyt lemiflaj… “y
hombre no había para servir”, versión que comparte OnGn. Aquí, la ausencia de
artículo definido, denota generalidad, no nada específico.
El
Anciano de días. ‘Atiq yomaya’ (עתיק יומיא con artículo definido) es una expresión
que figura por primera vez en su forma indefinida como ‘Atiq-yomin (עתיק יומין un anciano de días), en el verso 9 del
capítulo 7 del libro de Daniel. Este “anciano de días” es descrito como:
לְבוּשֵׁהּ כִּתְלַג חִוָּר וּשְׂעַר רֵאשֵׁהּ כַּעֲמַר נְקֵא
כָּרְסְיֵהּ שְׁבִבִין דִּי-נוּר גַּלְגִּלּוֹהִי נוּר דָּלִק.
Su
vestido, como nieve blanca, y el cabello de su cabeza como lana limpia, su
trono llamas de fuego y sus ruedas, fuego ardiente.
En
la literatura judía apocalíptica, se entendió desde tiempos antiguos que este
anciano era el mismo Dios; el vestido era una alusión a los mandamientos y el
cabello de la cabeza, era la explicación pormenorizada de todos los
procedimientos bíblicos, abundantes como los cabellos de la cabeza. Así pues,
Anciano de días, era una clara referencia a “todos los tesoros de la sabiduría
(mandamientos) y el conocimiento (procedimientos) de Dios”.
Hechas
estas anotaciones, se puede apreciar que alguien “como un hijo de ‘Adam” fue
acercado al mismísimo Dios y sus tesoros, al cual,
וְלֵהּ יְהִב שָׁלְטָן וִיקָר וּמַלְכוּ וְכֹל עַמְמַיָּא אֻמַּיָּא
וְלִשָּׁנַיָּא לֵהּ יִפְלְחוּן שָׁלְטָנֵהּ שָׁלְטָן עָלַם דִּי-לָא יֶעְדֵּה וּמַלְכוּתֵהּ
דִּי-לָא ¡ תִתְחַבַּל
Se
le dio dominio y gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le
servían; su dominio es un dominio eterno, que no será mudado y su reino, que no
será afectado.
Por
consiguiente el COMO, es una palabra determinante, debido que según se había
señalado, “un hijo de ‘Adam” era pecador, mortal y desprovisto de salvación, y
tal como está escrito, “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de
Dios” (1Cor 15:50).
Es
aquí, donde comenzó entonces una comprensión teológica muy particular para la
palabra ‘Adam, dado que ya no se refería ni al ‘Adam del Génesis, ni a ningún
ser humano en sentido genérico. En la literatura Apocalíptica, se le llamó
‘Adam/’Enash a la manifestación perceptible y corpórea de Dios ante los seres
creados, tal como está escrito (1ªTim 3:16):
E
indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
el
cual fue manifestado en carne, Justificado en el espíritu, visto de los
ángeles, Predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en
gloria.
Cuando
se dice que Dios fue manifestado en carne se refiere a corporeidad, de ahí que
el mismo Rabán Sha’ul, haya empleado la expresión en otro lugar con mayor
especificidad (1Cor 15:45-49):
45
Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adam alma viviente; el
postrer Adam, espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo
animal; luego lo espiritual. 47 El primer ‘Adam, es de la tierra, terrenal; el
segundo ‘Adam, que es el Señor,es del cielo. 48 Cual el terrenal, tales también
los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y así
como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
En
ese mismo sentido, el Rey David por inspiración divina ya había escrito en el
libro de los Salmos cap. 8…
מָה-אֱנוֹשׁ כִּי-תִזְכְּרֶנּוּ וּבֶן-אָדָם כִּי תִפְקְדֶנּוּ
וַתְּחַסְּרֵהוּ מְּעַט מֵאֱלֹהִים וְכָבוֹד וְהָדָר תְּעַטְּרֵהוּ
תַּמְשִׁילֵהוּ בְּמַעֲשֵׂי יָדֶיךָ כֹּל שַׁתָּה תַחַת-רַגְלָיו
¿Cuál
es ese varón que lo vas a recordar, y cuál es ese hijo de ‘Adam que lo vas a
visitar? -lo reducirás un poco menos que un ‘Elohim, pero gloria y fausto lo
has de coronar, lo pondrás en las obras de tus manos, todo pondrás debajo de
sus pies-.
Con
esta pregunta y su divina comprensión, el Rey David sabía que no se trataba de
un varón cualquiera ni de un “hijo de ‘Adam” terrenal, pecador, y mortal. Se
trataba del varón del cielo, del segundo ‘Adam mencionado por Pablo, el cual es
el tabernáculo (morada, manifestación) más perfecto de Dios con los hombres
(Apoc 21:3), no hecho de manos, es decir, no es de esta creación (Heb 9:11); se
trataba sin más, de la expresión corpórea de Dios mismo (Dios fue manifestado
en carne, en cuerpo) que iba a ser reducida a un estado inferior al de una
criatura angelical, con el objetivo de destruir por medio de la muerte, al que
tenía al imperio de la muerte, esto es al diablo (Heb 2:14-15), para luego de
la “humillación” de haberse hecho semejante a un humano (pero sin pecado, Fil
2:8), ser coronado con gloria y fausto en las alturas celestiales, colocando
todas las cosas debajo de sus pies.
Este
era sin más, el cumplimiento de lo visto por el profeta Daniel: vi como un hijo
de hombre que llegó hasta el anciano de Días... el anciano de Días no es otra
cosa que Yehoshua' vestido nuevamente de toda la majestad que tenía al
principio (Jn 17:5)" Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese".
De
modo pues, que cuando Yehoshúa’ Hamashíaj, empleó la expresión “El hijo del
hombre” con artículo definido, estaba especificando y expresando particularidad,
y su mensaje debía ser claro y directo para sus oyentes…
“Para
que sepan que el hijo del hombre Ben Ha’adam, tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados, toma tu lecho y anda”
Esto
es, “Yo soy el ‘Adam del cielo, yo soy el pan que descendió del cielo, yo soy
la luz de este mundo, yo soy la raíz y el linaje de David, yo soy el lucero
resplandeciente de la mañana, yo soy el superior de los reyes de esta tierra,
yo… soy Dios mismo manifestado en carne y he venido a salvarlos del poder de la
muerte, del pecado y de su enemigo el diablo”.
Ven
pronto Señor Yehoshúa’, ‘Amen!