Por: Eric de Jesús Rodríguez Mendoza.
La Parasháh de esta semana se titula Ki Tisá’ que significa
literalmente “Cuando levantes”
y está contenida en el libro de Shmot (Éxodo) 30:11 al 34:35 con Haftaráh
(conclusión) en 1º de Reyes capítulo 18.
Los temas contenidos en esta Parasháh son los siguientes:
1) La dádiva del Kófer
2) La hechura del lavatorio de cobre
3) La hechura del aceite de la unción
4) La hechura del incienso
5) El día de Shabat
6) La entrega de la Toráh
7) El becerro de oro
8) La nueva entrega de la Toráh.
Como ya hemos señalado antes, los nombres de las parashot, devienen de
las primeras palabras con que inicia la misma. En este caso el verso 11-12 del
capítulo 34, dice textualmente:
וַיְדַבֵּר יְהוָה, אֶל-מֹשֶׁה לֵּאמֹר.
כִּי תִשָּׂא אֶת-רֹאשׁ בְּנֵי-יִשְׂרָאֵל, לִפְקֻדֵיהֶם
וְנָתְנוּ
אִישׁ כֹּפֶר נַפְשׁוֹ לַיהוָה בִּפְקֹד אֹתָם
Y habló YHWH a Moshéh para ordenar:
Cuando levantes la cabeza de los hijos de Yisra’el por sus encargos, darán cada uno un Kófer; su
garganta (vida) es para YHWH cuando los encargues.
Las versiones castellanas tradicionales han rendido este texto como si
se tratase de un censo y como si estuviera hablando de asociar el dinero con la
redención como si fueran las indulgencias del medio evo; de hecho se suele
traducir: “Cuando tomes el número de… y luego: cada uno dará el
rescate por persona cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad
cuando los hayas contado.” asunto que estaría en contradicción con lo dicho
en el Salmo 49:7-8
אָח--לֹא פָדֹה יִפְדֶּה אִישׁ; לֹא-יִתֵּן לֵאלֹהִים כָּפְרוֹ.
ט וְיֵקַר,
פִּדְיוֹן נַפְשָׁם; וְחָדַל לְעוֹלָם.
י וִיחִי-עוֹד
לָנֶצַח; לֹא יִרְאֶה הַשָּׁחַת.
Al hermano, no redimirá absolutamente el
hombre; no dará a Dios su Kófer Es tan preciosa la compra de la vida de
ambos, que faltará siempre Pero si vive otra vez por la victoria, no
verá corrupción.
Así que no se trata de un censo ni de las indulgencias. El Kófer
del que aquí se habla no es “rescate”; Kófer significa:
recubrimiento; es la palabra técnica que designa a la contribución que se daba
para cubrir la obra del tabernáculo o bien para servir entre los levitas
transportando el mobiliario del mismo. Kófer viene del hebreo Kafar,
recubrir (Cf. Gn 6:14):
וְכָפַרְתָּ אֹתָהּ מִבַּיִת וּמִחוּץ, בַּכֹּפֶר
Vejafartá ‘otáh mibáyit umijutz bakófer.
Y la cubrirás por dentro y por fuera con
el Kófer.
Habiendo aclarado esto, se aprecia que la dádiva del Kófer se
refiere a un principio de inclusión en el ambiente levítico, lo cual podría
equipararse con “estudiar o entrenarse con los levitas” al tiempo que
sirvió en su momento para financiar la obra y su funcionamiento. Por ello es
notorio que se haya hecho el énfasis en: “y no habrá en ellos plaga”
(Ex. 30:12), es decir, ausencia de castigo por intromisión en los no-levitas
que se acercaban a servir en el transporte del mobiliario.
Por otra parte, se destaca que el aporte sea medio Shéqel
(traducido “ciclo”), con lo cual se introduce el principio de la
no-individualidad: “Ningún hombre es una isla”. Todo el texto de esta
parasháh tiene un fuerte sentido comunitario y la idea es la cooperación y
la ayuda mutua en busca de la unidad y la paz, la capacidad de
restaurarse aún después de las crisis más complejas, ambiente propicio para que
resida la presencia divina.
Precisamente una de las características del tabernáculo, símbolo del
cuerpo del Mesías, equivalente hoy a la congregación de creyentes, era ‘ejad:
uno, ser uno; es decir, inseparable, continuo, sin brechas, entero, completo,
homogéneo. Por tanto, levantar la cabeza de los hijos de Yisra’el, es sinónimo
de levantar el ánimo, más concretamente llamarlos al servicio a Hashem y a
tener parte entre los santificados, palabras que hallamos en Sha’ul (Pablo),
cuando relata su encuentro con el Maestro, su Majestad Yehoshúa’ Hamashíaj (Hch
26:18):
“para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de
la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por
la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido
santificados.”
Sin duda alguna, es un llamado a no olvidar que la idea originar
siempre ha sido que todo Yisra’el fuese un pueblo prototipo, reino de
sacerdotes, gente santa; gente que procure mantener la unidad y la paz, como
bien lo señala Sha’ul en Efesios capítulo 4:
1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de
la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos
en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y
un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual
es sobre todos, y por todos, y en todos.
Cuando leemos en conjunto el texto de la parasháh y la haftará podemos
ver que esa unidad del pueblo estuvo amenazada por el apresuramiento, la
necesidad de resultados inmediatos, y la búsqueda de satisfacción de intereses o
deseos personales. Veamos a continuación algunos paralelos interesantes:
Moshéh se ausenta y se le tiene por desaparecido (y con él a Dios),
situación que es tomada por el pueblo para reclamar un dios cercano como
pretexto para sus deseos carnales, tratando de fusionar cultos y nombres.
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‘Eliyahu y los demás profetas de Dios,
estaban escondidos o ausentes (y con ellos Dios), y el pueblo rápidamente da cabida
al culto a divinidades menos “ausentes” pero en últimas, a sus deseos
carnales; el pueblo hacía fusiones de cultos y nombres.
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‘Aharón como líder, sucumbe al verse rodeado de la muchedumbre y
buscando salvar su vida, procedió a fabricar el becerro.
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‘Eliyahu, como líder se vio rodeado de
un pueblo pagano, con 850 profetas ejerciendo presión, pero a diferencia de
‘Aharon, no sucumbió y tuvo en poco su vida por causa de la palabra de Dios.
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Moshéh descubre el pecado de idolatría
y exclama: ¡Quién para Hashem, a mi! Introduciendo oportunidad para el
arrepentimiento. La tribu de Leví da ejemplo de fidelidad y arrepentimiento.
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‘Eliyahu pone de manifiesto el
paganismo e insta al pueblo a acercarse a él. Resulta notorio que existió
arrepentimiento entre quienes habían pecado gravemente ante Dios, dado que
por ejemplo los profetas de ‘Asherah no fueron acribillados.
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Lo hermoso de estos hechos, es que más allá del daño y la muerte que
pudo acarrear tan grave delito, fue la capacidad de resiliencia del pueblo (capacidad
de restauración después de un aplastamiento), en la cual Dios mismo participó
activamente. De ahí la importancia de la pregunta: ¿Quién para Hashem?, ¿quién
está dispuesto a dejar sus costumbres pecaminosas para volverse al Dios vivo?
¿Quién quiere trabajar por la unidad y la paz y disfrutar de la presencia de
Dios?
El Rey David inspirado escribió (Sal. 119:94):
Para ti, yo! Sálvame, porque tus encargos he procurado
El profeta Yesha’yahu en los mismos términos escribió (Is. 6:8)
וָאֹמַר, הִנְנִי שְׁלָחֵנִי
Y dije: aquí estoy yo,
¡envíame!
De igual modo, Sha’ul en su carta a Tito,
escribió (Tito 2:11-3:5):
11 Porque la gracia de Dios se
ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que,
renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se
dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. 15 Esto habla, y
exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.
3:1 Recuérdales que se sujeten
a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda
buena obra. 2 Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables,
mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.3 Porque nosotros también
éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de
concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.4 Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,5 nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo.
Ahora bien, si observamos los demás temas tratados en la Parasháh,
podemos notar que están hermosamente relacionados con respecto a la preservación
de la unidad y la paz en el cuerpo del Mesías, -Yisra’el-, precisamente por
la significancia que se le dio a lo largo de la Escritura; podemos ver en
ellos, verdaderas herramientas para la construcción de la unidad y la paz.
Así por ejemplo, el acto de lavarse las manos, era un requisito
para entrar al santuario, lo cual muy bien significa aquello que tanto el Rey
David como Pablo señalaron:
Levanten sus manos en santidad, y bendigan
a YHHW (Sal. 134:2)
Levantando manos santas, sin ira
ni contienda (1Tim 2:8)
Referente al aceite de la unción, sabemos que éste siempre ha
sido por excelencia símbolo de la sujeción absoluta a la voluntad de Hashem.
El Salmo 23:5 dice:
Harás acepta mi cabeza con aceite,
mi copa estará rebosando.
De ahí que justamente en el Ginta’ deshimnaya’ (“Getsemaní”, “huerto
de las aceitunas”), su Majestad el Mesías viera caer su sudor como grandes
gotas de fluido, igual como si estuviera recibiendo aceite sobre su cabeza, y a
su vez, aceptando por completo la muerte, la copa rebosante.
En tercer lugar tenemos el incienso, que claramente quedó
registrado como las oraciones de los santos (Apoc 5:8)
Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro
ancianos se postraron delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de
oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
Seguidamente, tenemos el día de Shabat. Shabat literalmente significa
cesación, “dejar de ser”, “cesar”, como dice en Yirmeyahu (Jeremías) 31:35:
Si se movieran estas leyes de delante de mí,
dicho de YHWH, también la simiente de Yisra’el cesaría de ser nación
delante de mi todos los días.
Shabat no significa ocio, pero si implica Menujáh, “descanso”.
La Menujáh no es sino el desarrollo de otras actividades diferentes a las
rutinarias o convencionales. Cuando se dice que Hashem “descansó en el séptimo
día” no significa que se quedó de brazos cruzados u ocioso; no! Se ocupó de nuestra
salvación. De ahí que Yehoshúa’ Hamashíaj nuestro Señor, dijera: Mi padre hasta
ahora trabaja…
16 A causa de esto los judíos perseguían a Yehoshúa’,
porque hacía estas cosas en Shabat. 17 Pero Él les respondió: Hasta ahora mi
Padre trabaja, y yo también trabajo. 18 Entonces, por esta causa, los
judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo “violaba” el Shabat, sino que
también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Hashem denominó Shabat a cada séptimo día
de la semana y a cada primer y último día de las diferentes citas. Las citas
de Hashem, son el espacio para que disfrutemos de la obra de la salvación.
Por lo tanto, el mandamiento dado es (Heb 10:25):
No dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre y mucho
más cuando aquel día se acerca.
Luego en resumen, de cara a la unidad y la paz como
ambiente propicio para que Dios se manifieste en la congregación de los santos,
en el cuerpo del Mesías, tenemos:
1) El trabajo y la cooperación, la ayuda mutua y el estímulo al amor y a
las buenas obras: Levantar la cabeza.
2) La eliminación o exterminio de la ira y la contienda: Lavar las manos.
3) La sujeción absoluta de cada uno a la palabra de Dios, sin acomodos: Poner aceite.
4) La oración comunitaria, y de los unos por los otros: Poner incienso.
5) El congregarnos cada día de Shabat y de cita con Hashem, y más cuando
aquel día se acerca: Guardar Shabat.
6) Esperar siempre en el Señor: Primera entrega de la Toráh.
7) No buscar respuestas inmediatas, ni forzar situaciones por deseos
personales. No hacer becerros de oro.
8) Responder Aquí estoy yo para Hashem! Estar dispuestos a restaurar las
relaciones tanto con Dios como con los hombres.
Bendito YHWH, día a día se ocupa de nosotros, el Dios de nuestra salvación.
soy de cuba y estoy feliz por conocerles
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