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martes, 3 de diciembre de 2013

¿Nada es inmundo en sí mismo?

 

Hay que anotar que la regulación netamente Bíblica ha recibido muchas regulaciones y especificaciones por parte de los judíos observantes, algunas de ellas propias de la lógica de una época, y otras surgidas de una extraña y mala interpretación, a pesar de que muchos insisten en reconocerle beneficios para la salud. Pero más allá de este aspecto, uno de los conceptos más complejos (y hasta razonables) de la Kashrut judía, pero lamentablemente llevado a la exageración en algunos casos, es el de “Profano” (heb. חוֹל Jol, pl.חֻלִּין julín).

Es verdad que Dios no aceptaba sacrificios de animales puros en los que hubiera defecto (Ex. 12:5; Lv. 1:3; 3:1; 4:3; 6:6, Mal. 1:8), ni con levadura, ni con miel (Lv. 2:11), o que no tuviera sal (Lv. 2:13), o cruda (Lv. 6:20-22) o inmundo (Mal. 1:7), o que personas en estado de inmundicia por cualquiera de las causales Bíblicas, participara de un sacrificio (Lv. 7:20-21). También es verdad que las naciones alrededor de Yisra’el, tenían costumbres muy extrañas e inmundas además de anti-higiénicas (Lv. 18:24-30).

Esto viene para decir que aún las cosas puras, de no cumplir con ciertos requisitos propios del templo y especificados por Dios, no eran aptas para el culto sagrado. A esta condición se le llamó חֹל Jol, “profano”, “no apto a pesar de estar limpio” y es verdad conforme a la escritura como fue dicho (Lv. 10:10):

Y para distinguir entre la santidad de la condición de profano y entre lo inmundo y lo puro”.

Sabemos que esta afirmación tiene como contexto un ingreso no autorizado ni apto de los hijos del sumo sacerdote ‘Aharón al lugar santísimo (Lv. 10:1), quienes además de ofrecer fuego-incienso extraño, entraron embriagados (vr. 9). Así, hasta los mismos sumos sacerdotes, debían tener muchísimo cuidado y ser muy respetuosos de las normas del funcionamiento del templo.

En ese sentido, la sospecha de idolatría y conductas profanas entre los gentiles, llevó a los judíos ortodoxos y ultra-ortodoxos, a conclusiones que ante todo obedecen a un contexto que es realmente difícil afirmar que sea extremadamente diferente al actual, bien que existe hoy cierto nivel generalizado de civilización; algunas de ellas fueron por ejemplo:

1) No dejar ganado en las posadas de los gentiles, porque son sospechosos de bestialidad[1].

2) No se ha de dejar sola a una mujer con ellos, porque son sospechosos de incontinencia, ni un hombre solo con ellos, porque son sospechosos de homicidio[2].

3) No dejarse curar por un gentil ni aún dejarse cortar el cabello por ellos[3].

4) Tener prohibido el vino, el vinagre, el jugo de uvas, el queso, la leche ordeñada sin la supervisión de un Israelita, el pan, el aceite, y la salmuera de los gentiles[4] entre otras cosas más.

Es verdad que estas medidas suenan un tanto exageradas para nosotros hoy, pero al desconocer el Sitz im Leben o contexto vital de la prevención, solamente hay que conjeturar razonablemente. Sin embargo, de ahí a llegar a una generalización extrema con respecto a todos los goyim o “gentiles” sin excepciones, fue un gran error que rayaba más bien en la segregación y la discriminación por parte del judaísmo para con el resto de los mortales; así por ejemplo:

1) Que una judía no debía ayudar a dar a luz a una gentil porque así estaría ayudando a traer un niño más a la idolatría y ni siquiera amamantarlo[5].

2) Que el degüello de un animal, por puro que este fuera, si era hecho por un gentil equivalía a considerar el animal como carroña[6].

3) Que los gentiles no podían entrar más allá de la empalizada del templo[7].

De ahí que el gentil tenía -para los judíos observantes- tenía el mismo grado de impureza de uno que ha tocado un cadáver. Es por esto que desde entonces hasta hoy, los judíos observantes se refieren a los gentiles y extranjeros como שֶׁקֶץ Shéqetz (fem.: שִׁקְצָה Shiqtzah) esto es, abominación, la misma palabra que se usó en la Toráh para referirse a los cuadrúpedos inmundos tanto reptiles como insectos, aves carroñeras etc.[8].

Es por todo esto, que cuando el apóstol Pedro recibió la visión del manto, el asunto, tal y como él mismo lo concluyó, no se estaba refiriendo a los animales en sí mismos, sino a los que ellos representaban, esto es, los gentiles; veamos:

(11) Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; (12) en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. (13) Y le vino una voz: Levántate Pedro, mata y come. (14) Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. (15) volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. (16) Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.

En primer lugar, vemos que Pedro reconoce a estos animales de la visión como algo que jamás comería, nada más por el hecho de estar entre ellos por ejemplo los ‘ερπετά της γης (jerpetá tës gës) o reptiles de la tierra[9]. Sin embargo, para cualquiera que haya leído bien el texto de Lv. 11, sabe que con “todos los cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves del cielo” el escritor se refiere a los cuadrúpedos inmundos tanto reptiles como insectos, aves carroñeras etc.,[10] descritas en la Toráh.

En segundo lugar, es supremamente importante saber que la expresión usada por Pedro, en su argumentación al no rotundo, está registrada en griego como κοινόν και ακάθαρτον (Kïnón kê akátharton), traducida como “común o inmunda” pero que en realidad es: “Profana[11] ni mucho menos inmunda”. Esto pone en total perspectiva el asunto con respecto a lo que se ha venido tratando. Definitivamente ambos conceptos estaban en uso muy activo.

En tercer lugar, lo que más llama la atención es que la voz le dice a Pedro: “lo que Dios limpió, no lo llames tú profano”. Este “no lo llames tú”, es una clara exhortación a “reevalúa las leyes que como judío has observado respecto de las cosas profanas y de los gentiles”, tan razonables pero también tan recalcitrantes como se pudo observar anteriormente de manera breve. Si el objeto de la visión ya no sería considerado profano, quiere decir que además de estar o quedar puro, sería apto para el servicio; es decir, que cumplía todos los requisitos para ser acepto a Dios. Los gentiles podían servir a Dios en santidad y en justicia (Lc. 1:75).

En cuarto lugar, tenemos que Pedro ni mató, ni comió, a pesar de que el acto y el mensaje se repitieron tres veces, de modo que el asunto definitivamente no se refería a los animales como tal, sino a la condición de los gentiles.

En quinto lugar, Pedro, a pesar de la visión, y su cambio de parecer, nos permite confirmar qué opinaban los judíos de los gentiles y extranjeros en el verso 28:

y les dijo: Vosotros sabéis cuán Shéqetz (abominación) es para un varón judío, aproximarse o acercarse a un extranjero (o gentil); pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre le diga profano ni mucho menos inmundo”.

Por lo tanto, se concluye que la visión se refiere a la inclusión de los gentiles y no judíos (y cualquiera que haya tenido la condición de inmundo o profano), en el propósito y plan de redención adelantado por Dios, como él mismo lo vuelve a reiterar (versos: 34-35):

“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo (la visión que tuve de los animales), que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”

Más adelante se confirma que se trata de los gentiles sin lugar a dudas (verso: 45):

“Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los goyim (gentiles) se derramase el don de Rúaj Haqódesh*.

Lógicamente que la limpieza y regeneración de un (goy) gentil la realiza única y verdaderamente Dios y es además evidente a todos, partiendo de librarlo de los tres delitos de muerte descritos en Hch. 15:20-21 hasta la observancia gradual de los demás mandamientos escritos en la Toráh siempre que dependa de él, como está escrito:

“Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los goyim (gentiles) que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones (inmundicias) de los ídolos, de inmoralidad sexual y asesinato, porque Moshéh desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las Sinagogas donde es leído cada Shabat*

Estos tres requerimientos básicos cuentan con respaldo lingüístico-histórico, y encuentran total eco en la tradición judía, como se mostrará a continuación:

En hebreo, עבודה זרה (‘Avodáh zaráh), גלוי עריות (Guilúy ‘Arayot) y שפיכות דמים (Shfijut Damim), son las correspondencias de idolatría, inmoralidad sexual y asesinato, los tres requerimientos básicos ordenados por el Rúaj Haqódesh.

Por otra parte, Según los códices אc, Ac E Ψ M P74 D1 y el comentario Irlat (Ireneo), la palabra πνικτων (Pníkton) “ahogado”, no aparece como valedera en el texto griego. Así que asumiendo este hecho, solo tendríamos la terna presentada aquí, la cual a su vez se corresponde con una antigua máxima que recoge la Mishnáh (‘avot 5:9):

גלות בא לעולם על עבודה זרה, ועל גלוי עריות ועל שפיכות דמים

La cautividad viene al mundo por la idolatría, por la inmoralidad sexual y por el derramamiento de sangre…”

En el Talmud de Babilonia, (Sanh. 74 a), nuevamente habla sobre tres delitos por los que debe preferirse la muerte antes que transgredirlos; estos son: Idolatría, inmoralidad sexual y derramamiento de sangre. El gran comentarista RaMBa”M (Rabí Moshéh Ben-Maimón), más conocido como Maimónides, en sus comentarios dice[1]:

בשעה שיעמוד גוי ויאנס את ישראל לעבור על אחת מכל מצוות האמורות בתורה או יהרגנו, יעבור ואל יהרג, שנאמר במצוות "אשר יעשה אתם האדם וחי בם (ויקרא י"ח,ה) ולא ימות בהם...במה דברים אמורים? בשאר מצוות, חוץ מעבודה זרה, וגלוי עריות ושפיכות דמים, אבל שלוש עברות אלו, אם יאמר לו "עבור על אחת מהן או תהרג, יהרג ואל יעבור

“A la hora que se levante un (goy) gentil y forzare a un Yisra’el (Judío) para que transgreda alguno de los mandamientos ordenados en a Toráh, so pena de muerte, podrá transgredir y no debe morir, pues de los mandamientos se dijo: “El que los haga, el tal hombre, vivirá en ellos” (Lv18:5), y no: “morirá en ellos”. (2) ¿En cuáles cosas dichas? En el resto de los mandamientos, excepto idolatría, inmoralidad sexual y derramamiento de sangre, por estas tres transgresiones, si (alguno) dijere. “Transgrede alguno de ellos o serás asesinado”, debe morir y no transgredir”.

Aclarado este punto, se tratará ahora, un complemento sobre las cosas profanas declaradas como aptas y que ya no se rigen por la ley judía. Vayamos a Romanos capítulo 14.

Este capítulo trata básicamente sobre las relaciones entre los judíos y ex gentiles convertidos al Señor posterior al decreto de Hch. 15:20-21, tratando específicamente lo concerniente al manejo actual de las cosas sin la prevalencia de la ley de “profanidad” judía.

En el verso 1, tenemos una invitación a no contender sobre opiniones. Sin lugar a equívocos, cuando Pablo usó el verbo contender, se refirió a los judíos. Ya se advierte que se están presentando inconvenientes con la aceptación y los alcances de la nueva ley, la del Rúaj Haqódesh.

El verso 2 muestra un extremo ilustrativo: Aquí “comer de todo”, se refiere exclusivamente, a no aplicar la antigua ley de profanidad judía*, mientras que se llama “débil”, al judío que come sólo legumbres (exageradamente hablando), sólo que esto, más que debilidad, es en el fondo -como veremos-, la resistencia a aceptar los cambios prescritos por Dios.

El verso 3 dice: “El que come (de todo), es decir, el de origen gentil que no se somete a la ley judía, (diferente a la ley Bíblica de Kashrut para alimentos que se vio al comienzo de este artículo) no menosprecie al que no come (el judío que si se somete), y el que no come (el judío), no juzgue al que come (gentil); porque Dios le ha recibido.

Es decir, Dios lo ha apartado de la inmundicia del pecado y de los alimentos; con eso es suficiente.

El verso 4 dice: ¿Tú (oh judío) quién eres para juzgar al criado ajeno (gentil)?, (ajeno y no tuyo), Para su propio Señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

Quiere decir entonces que a pesar del temor o pánico que le represente al judío la libertad del gentil de no aplicar la ley de profanidad judía, Dios lo guardará del pecado ante él, que es lo más importante.

El verso 5 viene a poner en escenario el asunto de los días. Según la ley judía de profanidad, los días intermedios de fiesta, se llaman en hebreo חוֹל הַמּוֹעֵד (Jol Hamo’ed, o “profano de la reunión, de la fiesta”), y en ellos se realizan las actividades comunes y corrientes, mientras que los primeros y últimos días de las grandes fiestas (Pésaj, Shavu’ot y Sukot), son considerados Shabat diferente y/o adicionales al Shabat semanal o séptimo día[2] en los cuales no se hace trabajo laborioso. Los inicios de mes o Ro’sh Jódesh, eran otros días solemnes observados y prescritos por la Toráh[3].

El hecho de que los ex gentiles estaban bajo un gobierno ajeno a los mandatos divinos, y sin gozar de la misma libertad o autonomía económica que podían disfrutar los judíos* (tal y como sucede hoy), podían verse obligados a no observar días de descanso adicionales al Shabat o aún tener que trabajar en Shabat por causa de la vida cuyo sustento depende de ese trabajo, principio conocido en el judaísmo como פִּקּוּחַ נֶפֶשׁ (Piqúaj Néfesh), sin que ello signifique que los Shabatot* estén abolidos. En ese sentido, bien decía Rabí Moshéh Ben-Maimón, más conocido como Maimónides, en sus comentarios[4]:

בשעה שיעמוד גוי ויאנס את ישראל לעבור על אחת מכל מצוות האמורות בתורה או יהרגנו, יעבור ואל יהרג, שנאמר במצוות "אשר יעשה אתם האדם וחי בם (ויקרא י"ח,ה) ולא ימות בהם...במה דברים אמורים? בשאר מצוות, חוץ מעבודה זרה, וגלוי עריות ושפיכות דמים, אבל שלוש עברות אלו, אם יאמר לו "עבור על אחת מהן או תהרג, יהרג ואל יעבור

“A la hora que se levante un (goy) gentil y forzare a un Yisra’el (Judío) para que transgreda alguno de los mandamientos ordenados en a Toráh, so pena de muerte, podrá transgredir y no debe morir, pues de los mandamientos se dijo: “El que los haga, el tal hombre, vivirá en ellos” (Lv18:5), y no: “morirá en ellos”. (2) ¿En cuáles cosas dichas? En el resto de los mandamientos, excepto idolatría, inmoralidad sexual y derramamiento de sangre, por estas tres transgresiones, si (alguno) dijere. “Transgrede alguno de ellos o serás asesinado”, debe morir y no transgredir”.

Así que se corrobora el principio dado por el Mesías: “Si te obligan… (Mt 5:41), cuando se trata de enfrentar la no observancia (obviamente con la restricción de los pecados de muerte), pero de otro lado, tenemos también otro principio referente a la observancia y es el que se desprende de las palabras inspiradas al apóstol Pablo cuando escribió: “si es posible, en cuanto dependa de vosotros…” (Rom. 12:18). Es por esto que dice: “Otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente”. Sin embargo, el texto cobra su brillo máximo con el verso 22 cuando advierte: “Bendecido el que no es condenado en lo que aprueba”; es decir, “confronte su posición con la Escritura y asegúrese de no estarse oponiendo a la voluntad divina de forma deliberada”.

Los versos 6 al 8 vuelven a reforzar lo que se viene diciendo haciendo hincapié en que todo debe hacerse bajo el temor de Dios, no como ocasión para la carne.

Los versos 10-12, retoman lo dicho en el verso 3: El principio de No juzgar y no menospreciar el uno al otro. Y vuelve a poner la base del tribunal de Cristo, como punto de partida, concepto muy parecido al que existía en el judaísmo llamado בֵּית דִּין שֶׁל מַעֲלָה Béyt Din Shel Ma’aláh o tribunal celestial*. El verso 12, en particular, “de manera que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”, recuerda lo enseñado por Rabí ‘Aqavya’ ben Mahalal’el[5]:

Observa estas tres cosas y no andarás entrando en transgresión: Reconoce de dónde viniste, a dónde vas y ante quien deberás comparecer a rendir juicio y cuentas; ¿de dónde vienes? De una gota apestosa; ¿a dónde vas? A un lugar de gusanos y lombrices ¿ante quien deberás comparecer a rendir juicio y cuentas? Ante el rey de los reyes de los reyes, el Santo Bendito Él”

El verso 13 enfatiza lo oportuno que resulta no poner tropiezo (para el judío) u ocasión de caer (al gentil) unos con otros, si todos son hermanos. Recuérdese que el asunto de fondo aquí es la aplicación o manejo de la Ley de profanidad judía.

Al fin llegamos al verso 14. Este es un verso muy importante porque revela que el asunto tratado aquí, no se refiere a otra cosa que las implicaciones, límites y manejo de la ley de profanidad judía, y los gentiles que no están obligados por la Toráh, pues Pablo dice:

Yo sé, y confío en el Señor Jesús que nada es κοινον (Kïnón), profano por sí mismo, excepto para quien considera que es profano, para aquel es profano”.

Cuando el Apóstol dice “nada”, se está refiriendo obviamente a lo que viene hablando y exponiendo, sobre comidas, bebidas y días de reposo*. No es ni mucho menos un “negativo universal”, o declaratoria de que todas las cosas en lo absoluto, ya no son profanas, sino más bien una abolición de las restricciones y sospechas provenientes de judíos reticentes a la nueva implementación o libertad opcional, como lo plantea en el verso 23:

“pero el que sospecha de lo que come, es condenado, porque no lo hace enteramente por fidelidad; y todo lo que no es enteramente de fidelidad, es pecado”.

Por eso pasa a decir en los versos 15-16:

pero si por causa de la comida, tu hermano es contristado (=se siente juzgado), ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya (¡oh judío!) se pierda aquel por quien Cristo murió”. No sea pues, vituperado vuestro bien.

Así que en ningún momento se está hablando de comida inmunda (que prohíbe la Toráh), sino la considerada profana por los judíos (la comida tuya), pues como se vio antes por ejemplo, la carne, el vino y el queso de los gentiles, era profano para los judíos, estaba prohibido por sospecha de haber sido tratado inadecuadamente o por haber sido dedicado a un dios.

Luego si se analiza el problema, tiene su gravedad subyacente, porque en el fondo, quien rechaza al gentil de esta manera, está dudando de la obra de limpieza y regeneración de una persona por parte del Maestro, lo cual es ofensivo; debía serle suficiente entonces al judío, que un gentil accediera y aprendiera a comer alimentos puros según la Toráh, y esto de forma gradual, a medida que fuera aprendiendo, y no pretender hacerlo judío (lo cual sería judaizar), porque muchas de las leyes judías de Kashrut, proceden de una mala interpretación y además pobremente argumentada; por ejemplo:

Las restricciones dietéticas sobre lácteos y carnes juntos, sea en la mesa, en el horno o en el estómago, una de las más características de los judíos, deviene de una rara interpretación de Ex. 34:26

ראשית בכורי אדמתך תביא בבית יהוה אלהיך, לא תבשל גדי בחלב אמו

La primicia de los primeros frutos de tu suelo, traerás a la casa de YHWH tu Dios; no cocinarás el cabrito en la grosura de su madre

De manera muy extraña, la palabra חָלֵב (Jalev) grosura, grasa, se confundió en la antigüedad con חָלָב (Jalav) leche, luego ellos leían: “No cocinarás el cabrito en la leche de su madre” pero eso no es todo; además aplicaron una regla hermenéutica muy delicada llamada, סִדּוּר שֶׁנֶחֱלָק (sidur shenejeláq), o “secuencia interrumpida (aunque el sentido del texto en sí quede dañado)” de manera que llegaron a leer: “No cocinarás el cabrito en leche (“de su madre”, simplemente se omite). Digamos que así se logra justificar lo de la comida y la preparación, pero bueno, aun aceptando tantos subterfugios hermenéuticos, y confusiones idiomáticas, pasar de ahí a prohibir hasta la colocación en la mesa o exigir una batería de ollas, platos y cubiertos para lácteos y carnes por separado es una verdadera exageración y un atropello a la razón. El verso en realidad se refiere en primer lugar a la preservación de las especies, en segundo lugar, que los primogénitos, no son para comérselos en la casa, sino que son del Señor y en tercer lugar, una prohibición de cierto ritual pagano de fertilidad, por hallarse en un texto netamente agrícola.

Yo personalmente pienso a veces que en un principio, este asunto pudo haber surgido de las evidentes molestias que genera el consumo de leche de vaca a cualquier persona, ya que ésta no es apta para el consumo humano, no así la de cabra, cuyas propiedades y beneficios están científicamente comprobadas. Por otra parte, parece subyacer una especie de competencia por ver quien tenía más dinero o prestigio. Resulta supremamente costoso todavía hoy, y más que nunca, tener una cocina con Kashrut judía certificada y en funcionamiento gracias a principios tan extraños como este.

Procurar aplicar leyes como estas, netamente judías, es lo que significa judaizar. Cabe anotar sin embargo que en la carta a los Gálatas, el Apóstol Pablo debió tratar este problema de judaizar desde otro punto de controversia un poco más Bíblico: La circuncisión.


* o La presencia/poder de su santidad Dios

* El judaísmo inclusive creía que las llamadas Sheva’ Mitzvót Livnéy Nóaj = “Las siete ordenanzas de los hijos de Noé”, eran suficientes para que un gentil fuera declarado justo (lo cual no es cierto, sino que es por fe). Inclusive hay dos vertientes: La Bíblica y la Rabínica (talmud de Babilonia, tratado Sanhedrín 56a). Según la primera, las ordenanzas son: 1) Fructificar 2) Multiplicarse 3) Llenar la tierra 4) Domesticar los animales 5) La posibilidad de comer carne 6) La prohibición de comer sangre 7) la prohibición del asesinato. Según la segunda se tiene: 1) Prohibición de la idolatría 2) Bendecir el nombre de Dios 3) Prohibición del asesinato 4) Prohibición de la prostitución y la inmoralidad sexual 5) Prohibición del Robo 6) Prohibición de comer animales que estén vivos 7) Ordenanza de sistemas de justicia. Se nota entonces, que hay gran correspondencia de este precepto con la historia y la tradición de Israel.

 


[1] Mishnáh, maséjet ‘Avodáh Zaráh, 2:1

[2] Ídem.

[3] Ídem. 2:2

[4] Ídem 2:3

[5] Ídem.

[6] Ídem. Maséjet Julín 1:1.

[7] Ídem. Maséjet kelim. 1:8. De hecho, los gentiles tenían prohibida la entrada al templo so pena de muerte.

[8] Lv. 11:13,20-23, 41-42.

[9] Lv. 11:29-30 El topo, la rata, la tortuga (por su género), la lagartija, el lobo pollero, el lagarto, el camaleón, y la Tinshémet (éste último, no identificado aún).

[10] Lv. 11:13, 20-23, 41-42.

[11] KITTEL, Gerhard. Theological dictionary of the New Testament, Edit. WM. B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, Michigan, EE.UU. Volume III, pág. 790-791.

[1] BEN MAIMÓN, Moshéh. Hiljot Yesodey Toráh, Edit. Ma’agar sifrut Haqódesh, cap. 5:1-2.

* Una de las leyes netamente judías sobre Kashrut, prohíbe por ejemplo, poner lácteos y carne en una misma mesa o prepararlos con los mismos utensilios y mucho menos comerlos juntos. Se debe esperar al menos 6 horas para poder ingerir lácteos en caso de comer carne primero.

[2] Lv. 23:7-8, 21, 24, 27-28, 35-36.

[3] Nm. 10:10

* Tal y como sucedió en la edad media, durante la época feudal, durante la cual los judíos se dedicaban al comercio de nación en nación porque sencillamente, no estaban sujetos a ningún feudo o reino.

* Plural de Shabat, Lit. cesación, suspensión.

[4] BEN MAIMÓN, Moshéh. Hiljot Yesodey Toráh, Edit. Ma’agar sifrut Haqódesh, cap. 5:1-2.

* Cf. סדר התרת נדרים Séder Hatarát nedarim o ceremonia de liberación de votos. Sidur Tehilat Hashem Nósaj Ha’ar”i, Edit. Merkos L’inyoney Chinuchu, inc. Brooklin, N.Y. pág 270.

[5] Mishnáh, maséjet ‘Avot 3:1

* Compárese sólo en ese sentido, Col 2:16.